Después, el recorrido de barquitos de papel me va viajando por varias salas donde esas historias que uno imaginó con la ayuda del mundo y sus sorpresas, se vuelven pinturas, ambientaciones, regalos (hasta un dibujo desplegable convertido en objeto desplegable) y susurros. En un momento social muy complicado, donde el paradigma del individualismo y el creer que nos salvamos sin los demás se vuelve la verdadera pesada herencia que habrá que remontar, un grupo de niños y niñas, maestras y maestros, convierten su escuela en una acción poética amorosa.
Resistiendo, siempre resistiendo.
Gracias por la invitación, con todo el corazón, querida Gabriela Aguirre.
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