sábado, 20 de mayo de 2017

Hace un tiempo, en alguna de esas ocasiones donde uno firma ejemplares, me sacaron esta foto.
Cuando una fotografía capta lo perdurable del instante, ese momento deja de importar, anclando el tiempo y el espacio, abriendo una ventana hacia un territorio vital, donde lo efímero se convierte en una esperanza sólida.
En esta oportunidad, podemos apreciar el mágico puente que une tres mundos con sus propias almas: la de una lectora, la de un autor, y la de los dibujos.
Y eso también forma parte de la cocina de la ilustración, resultando, tal vez, el mejor de los condimentos, el que da sabor y sentido a todo dibujo escrito o palabra dibujada.



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